Beatriz Negrotto en logradas coincidencias

  Es una dibujante excepcional. Estructuró una carrera inobjectable. Estas aseveraciones participativas informan sobre el conocimiento que tengo de Beatriz Negrotto. A ellas debo agregar -porque me interesan las raíces familiares de las personas, y son importantes en esta muestra-, que esa mujer tiene en sus venas sangre italiana y española. Después de saberlo se "sienten" mejor sus nuevas técnicas mixtas, que son temperamentales, llenas de referencias figurativas de un pasado de comienzos de siglo, que oscila entre el barrio de Barracas y el de Palermo. Zonas de inmigración y de un pintoresquismo que ocultó los dramas olvidados.
  Para que lo que llegó de Europa hasta América termine por unirse simbólicamente, Beatriz Negrotto halló un soporte inusual. El del papel mexicano que llamamos "amate", en el cual tradicionalmente el arte popular de ese paíz despliega su gusto por el cromatismo llamativo. En la pintora argentina la textura del "amate" se vuelve una suerte de "cadenza", para desarrollar situaciones de raíz surreal a las que se suman obsesiones, recuerdos, presentismos visibilizados. El "acento" italiano de Negrotto está en los caballos perfectos, en los respaldos de las sillas, en los espejos reiterados, y la cargazón tenebrista de España se lleva de maravillas con los tonos apagados de las fibras del "amate". Los escenarios fueron creados para una epopeya que comenzó en Europa y siguió en esta América, donde aún tantos sentimos nostalgias por paisajes lejanos, por historias adormecidas en algún recodo de la memoria de la sangre.
  Sin anecdotismos vanos, sin una intención ilustrativa -podría haber caído en ella por su pericia técnica- Beatriz Negrotto nos dibuja a todos cuando clarifica su evocación porteña y pone en juego su finísima percepción para re-imaginar, como una faceta del amor duradero.



Albino Dieguez Videla
De la Asociación Argentina e
Internacional de Críticos de Arte

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